Respuesta:Explicación:El Padre Almeida en tiempos modernosEn pleno centro histórico de Quito, junto al monasterio, vivía el joven seminarista Juan Almeida, un chico inquieto y curioso. No era mal estudiante, pero se aburría de la rutina y soñaba con conocer la ciudad de noche.Una noche, mientras los demás dormían, decidió escabullirse. En vez de bajar por el muro de piedra como en la vieja leyenda, sacó su celular y revisó que no hubiera cámaras de seguridad apuntando hacia la puerta trasera. Llevaba una sudadera con capucha y unos tenis, y con su pase magnético del convento salió sin que nadie lo notara.El centro de Quito estaba lleno de luces, música y gente. Se reunió con unos amigos en una cafetería-bar, tomó unas cervezas artesanales y disfrutó de la libertad. Sin embargo, al regresar, la calle estaba más silenciosa y fría. Mientras pasaba por la iglesia de San Francisco, vio a un anciano con ropa humilde sentado en las escalinatas, que lo miró fijamente y le dijo:—¿Hasta cuándo, Juan, vas a seguir con esta vida?Sorprendido, Almeida sintió un escalofrío. Lo conocía de alguna parte, pero no podía recordar de dónde. El anciano le sonrió con compasión, y en ese instante, una luz de farola parpadeó y, al encenderse de nuevo, el hombre ya no estaba.Temblando, el joven volvió corriendo al convento. Esa noche no pudo dormir. Desde entonces, cambió su actitud, dedicándose por completo a su vocación y dejando atrás las escapadas nocturnas.