Respuesta: Aquel día de mayo salí de casa a toda prisa y cerré de un portazo. Había leído el poema de Quevedo, Amor constante más allá de la muerte, y quería buscar algo más sobre él en el cyber. Bajé las escaleras, abrí la puerta de la entrada y me lancé a la calle. Al poco rato me di cuenta de que mi vecino, que vivía en el segundo, me seguía, pero iba unos pasos atrás. No lo conocía mucho porque era altivo y distante; si me veía por el instituto, se hacía...Explicación: