Desde la visión cristiana tradicional, los indígenas fueron vistos como personas que debían ser evangelizadas para salvar sus almas, lo que llevó a la imposición del cristianismo y al rechazo de sus creencias originarias. Con el tiempo, esta visión ha evolucionado hacia un respeto mayor, buscando diálogo y reconocimiento de las culturas indígenas dentro de la fe cristiana, promoviendo la convivencia y la integración cultural.