Respuesta:Opción A — Esperanza tenueLas primeras gotas llegaron al caer la tarde. No eran muchas, pero al tocar la tierra levantaron un olor a raíz y a cosas viejas que nadie olía desde niño. La mujer salió a la parcela, se arremangó, y con las manos descubrió un poco de barro blando donde antes solo había polvo. Los ojos del hombre se llenaron de un brillo que no era solo por la lluvia; fue como si se le devolviera algo que había perdido sin saberlo. Esa noche, por primera vez en años, la casa tuvo un sonido distinto: agua y conversación entre la gente. El futuro no llegó limpio ni fácil, pero por primera vez prometía tiempo para pensar y recomenzar.Opción B — Ironía secaCayeron lluvias, sí, pero fueron cortas y traicioneras: mojaron las cabezas y se llevaron las semillas que habían guardado para el año siguiente. Cuando el hombre fue a la huerta encontró surcos nuevos donde debía crecer el maíz y todo sembrado de pequeñas piedrecillas arrastradas por la corriente. La gente se miró y rió con risa seca, porque aquello no era consuelo sino recordatorio de que la tierra no perdona. Al final, la lluvia no cambió el dolor; solo lo dejó más claro.Opción C — Final abierto y extrañoEmpezó a llover de un modo que nadie supo explicar: las gotas caían juntas y en silencio, como si no quisieran despertar nada. Bajo esa lluvia, la casa se volvió un extranjero; los recuerdos parecían desprenderse de las paredes y caminar hacia la ribera. El hombre siguió al sonido del agua y encontró, entre las hierbas, pequeños objetos que había creído perdidos hace décadas. No entendió cómo habían vuelto, ni por qué, pero los recogió uno a uno y los guardó como si fueran promesas. Quedó en la orilla mirando la lluvia, pensando que quizá lo que viene después de la lluvia no es la respuesta, sino otro modo de preguntar.Explicación: