Respuesta:El pensamiento científico es una forma de comprensión que permite, a partir de lo cotidiano, percibir y analizar el entorno. Desarrolla en los seres humanos habilidades que les facilitan descubrir y examinar, mediante la observación, la exploración y la experimentación, los fenómenos naturales y sociales presentes en su medio. De esta manera, posibilita reflexionar sobre lo que es real y lo que no, resolver problemas y buscar respuestas a los interrogantes que surgen durante la investigación. Según López y Obando (2018), “la exploración hacia las plantas permite promover el desarrollo de habilidades científicas, porque es mediante la curiosidad que se despierta el interés por la investigación para la búsqueda de respuestas” (p. 863).La importancia del pensamiento científico radica en que permite a las personas diferenciar, de manera neutral y razonada, la realidad de un hecho. Además, les ayuda a reconocer y comprender, desde sus propias capacidades, los procesos relevantes en el desarrollo de una investigación. Constituye, asimismo, un eje central en la adquisición de nuevos aprendizajes y en la comprensión de los factores que se originan a partir de lo que sucede a su alrededor. Como señalan Cuevas et al. (2016), “la formación temprana del pensamiento científico puede reforzar la reflexión crítica, la toma de decisiones y la solución de problemáticas” (p. 866).En este sentido, es fundamental que los docentes integren en su currículo estrategias que orienten a los estudiantes en el desarrollo de un pensamiento científico sólido, capaz de interpretar los fenómenos que se experimentan diariamente en diversos contextos. De manera similar, Jirout y Zimmerman (2015) sostienen que “las habilidades del pensamiento científico están influenciadas por el contexto educativo, social y cultural, entendiendo que si bien la curiosidad es innata, las habilidades de este pensar se fortalecen con las experiencias educativas intencionadas” (p. 867).