Respuesta:Cuando una persona accede a consumir una sustancia adictiva, generalmente lo hace motivada por la curiosidad de experimentar algo nuevo, la búsqueda de placer o relajación, la creencia de que puede controlar su uso, la presión social para encajar en un grupo y la percepción de que podrá aliviar problemas, estrés o emociones negativas; sin embargo, estas percepciones suelen centrarse en beneficios inmediatos y no consideran los riesgos y consecuencias a largo plazo.