La explotación laboral, donde se prioriza la riqueza sobre la dignidad y los derechos de los trabajadores, es una grave injusticia. Estas prácticas deshumanizan a las personas, tratándolas como meros instrumentos para la generación de ganancias. Desde una perspectiva ética, es fundamental recordar que cada individuo merece respeto y condiciones laborales justas que permitan su desarrollo integral. La búsqueda del beneficio económico no debe nunca justificar la violación de los derechos humanos y laborales.