Respuesta:"Anhelo de Libertad"El aire en la celda era denso, pesado, cargado de la desesperanza de aquellos que la habían habitado antes que yo. Cada respiración era un recordatorio del espacio reducido que me contenía, de los muros de piedra que me separaban de la vasta, ilimitada extensión del cielo. No tenía nombre, ni pasado, ni futuro. Era solo un número, una sombra, una existencia encapsulada en la monotonía de los días.Pero, a pesar del encierro, mi mente se negaba a ser aprisionada. Mis pensamientos se alzaban como pájaros, volando por encima de los muros de la prisión, explorando paisajes lejanos, mares tempestuosos y ciudades vibrantes. Recordaba el olor a tierra mojada después de una tormenta de verano, la calidez del sol en mi piel, la melodía de un río serpenteando a través de un valle. Cada recuerdo era un acto de rebeldía, una prueba de que mi espíritu seguía siendo libre, a pesar de mi cuerpo encadenado.Una noche, mientras una tormenta rugía, un rayo iluminó la ventana enrejada. Por un instante, el cielo me pareció un océano sin fin, y sentí que podía nadar a través de sus nubes. Cerré los ojos e imaginé que mis brazos eran como alas, que mis piernas eran como aletas. Me lancé al vacío, volando, nadando, libre, hasta que el sueño me llevó a un lugar donde los muros no existían y el aire era tan puro como el anhelo en mi corazón.Y así, cada día, aunque mi cuerpo seguía tras las rejas, mi mente emprendía el vuelo. Porque la libertad no es un lugar, sino un estado del ser; un anhelo que, una vez que se arraiga, es más poderoso que cualquier prisión.